domingo, 6 de diciembre de 2009

Inesperadamente.

Mentiría si dijera que no lo veía venir...
¿Quién me diría hace dos semanas que me ocurriría esto?
Pasaba días y noches aferrandome a él cómo si fuera lo único que tendría. Eramos felices el uno con el otro, nos complementabamos perfectamente... ¿Era amor?
Nunca lo he llegado a saber, no sabía si para mi era mi alma gemela o un amigo más.

Hasta que un buen día le encontré a él mientras iba de camino a casa. Eramos completos desconocidos pero cuando se fijó en mí sentí algo que nunca había sentido. Era tal mezcla de sentimientos que no sabía si esconderme bajo tierra o preguntarle cómo se llamaba. Finalmente opté por lo segundo.
A partir de ese día empezamos a vernos a escondidas. Cada cielo que contemplabamos juntos hablaba sobre nuestra historia. De cómo la luna comprometida con las estrellas escapaba a veces para unirse al sol y formar un eclipse para dejar todo en una perfecta oscuridad.
Con él he pasado las dos mejores semanas de mi vida. Escondiendome de todo el mundo y dedicandole cada suspiro.

Y ahora aquí estoy cómo el primer día, aferrandome a esa persona, pero ya se ha dado cuenta de que él no es quién ocupa cada rincón de mi mente.

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